Después de varios meses seguidos de malas noticias, algunas cifras positivas comienzan a emerger. ¿Es tiempo de alistar las estrategias para la recuperación económica? En la mayoría de casos sí, pero todavía hay fuertes nubarrones por delante.
El 2008 fue sin duda complejo para las empresas. Comenzamos el año con pesimismo, hacia mediados de año se rompieron los récords de ventas en gran parte de los sectores, durante el tercer trimestre nos asaltó la inflación y el alza de costos, y finalmente, en los últimos meses del año vino la crisis internacional. En promedio y si se mira en retrospectiva, no fue un mal año para las empresas del Ecuador. Eso debe atribuir a tres factores claros: precios altos de los commodities en el mundo, petróleo por las nubes, y fuerte demanda mundial durante al menos ¾ partes del año.
Además de todo esto, en el Ecuador tuvimos un impulso inesperado por el lado del gasto del gobierno que creció en más del 60%, generando dinamismo -muy temporal- en sectores como la construcción y la salud, lo cual ha generado una sensación de que en nuestro país, la crisis mundial nos ha pegado muy poco, o que hemos evitado lo peor gracias a las ágiles jugadas económicas como la restricción de importaciones, el control de precios y la famosa política anticíclica. Esa apreciación no es tan correcta.
Durante los primeros meses del 2009, hubo una posibilidad pavorosamente real de tener que salir de la dolarización al apuro, debido al drenaje de la caja fiscal. Después de haber roto todos los récords de ingresos fiscales en el 2008, en el presente año, con precios del petróleo que bordearon los 20 dólares en ciertos momentos, el panorama económico fue muy complicado. Ahora, a mediados de año, el fantasma de la desdolarización se ha alejado.
Muchos pensarán que eso se debe a las medidas anticrisis adoptadas, pero para ser objetivos hay que decir, que otra vez, como tantas otras veces, fue la suerte económica la que nos acompañó. El petróleo está otra vez al alza y con ello, el precio de nuestras materias primas exportadas vuelve a repuntar. Eso es lo que nos permite respirar. Las medidas de restricción de importaciones no fueron las que equilibraron nuestra balanza comercial, fue la propia crisis que nos ha llevado a importar menos porque hay menos dinero (menos gasto del Gobierno y menos remesas), pero también a exportar menos porque cayó la demanda internacional. La restricción de importaciones, ni rehabilita la producción nacional porque nadie produce si sabe que es una medida temporal, ni mejora sustancialmente nuestra balanza comercial por sí sola.
¿Qué puede pasar durante lo que queda de este año? La crisis mundial irá tocando fondo con lo cual comenzaremos a ver repuntes en las ventas especialmente en las exportaciones. Pero ojo, así como la crisis tardó en llegar para el Ecuador, la bonanza también se retrasará. El principal problema en el sector real de la economía estará por el lado de la caída de las remesas. A pesar de los ligeros signos de recuperación en EEUU y España, el desempleo todavía es alto y hay empresas que siguen quebrando (para muestra esta GM), por lo que todavía habrá presión sobre la cantidad de dinero que pueden enviar nuestros compatriotas.
Otro tema que se debe vigilar de cerca hacia finales de este año es el precio del petróleo, un alza es buena para nosotros por el lado fiscal, pero si sube otra vez por encima de los 100 dólares, se generan presiones inflacionarias y alzas de costos, tanto en el mercado mundial como en el mercado local. Ese podría convertirse en un pretexto para que el Gobierno no desmantele completamente las restricciones a las importaciones y más bien buscaría ampliar los controles de precios, o en un caso más radical (menos posible pero no improbable) llegar a restringir exportaciones para abastecer el mercado nacional y bajar a la fuerza los precios.
Resumiendo, la segunda parte del 2009 podría traer buenas noticias para los exportadores que van a recuperar algo de las pérdidas del primer trimestre. Para los importadores, es posible que continuemos con un panorama complejo en el que nos inclinamos hacia seguir restringiendo el consumo de todo aquello que se considere de “lujo” (como hemos visto en los últimos meses para algunas personas el tema de lujo, va desde celulares hasta autos, pasando por línea blanca). Para la producción local, el mayor reto será que las remesas todavía no crecen, los créditos siguen deprimidos y algunos costos de producción pueden elevarse. Con precios del petróleo más altos el Gobierno tendrá más dinero, y no es previsible que se vuelva ahorrador y cauto, sino que más bien se retomen hacia finales de año, proyectos que se tuvieron que dejar inconclusos cuando se acabó el dinero; ahí habrá oportunidades para quienes busquen o mantengan contratos con el sector público.
Sí, el 2009 será otro de esos años imprevisibles, en el que habrá que estar atento para aprovechar las oportunidades puntuales que se generen, en un mercado que todavía estará muy propenso a las caídas y a lo que haga o deje de hacer el Gobierno. Eso es lo malo. Si dejamos un momento atrás el corto plazo y pensamos más allá del 2009, lo que tenemos es un país, ultra dependiente del petróleo, de los gastos del Gobierno, y de su suerte. Si sube el petróleo. Si se obtiene un contrato con el Estado. Si el IESS reparte los fondos. Si el BID nos da el préstamo. Si los bancos traen la plata… Son demasiados “si” para una economía.
Escrito por Julio Jose Prado
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